domingo, 16 de noviembre de 2014

Día 4 .... ¿ Mi suerte ?

Confección de Emelin 

Yo cursaba el quinto grado de secundaria, harta de cambiar cada año de escuela  por la separación de mis padres, él era contador de una gran empresa internacional y mi madre una enfermera que ya había entregado gran parte de su vida en cuidar a los niños quemados por incendios o por sus padres; cansada de viajar cada año y no hacer amigos ¡Rayos!
 Este es mi último año en el colegio y apenas conozco al pobre portero de ochenta años.
Llego el día en que se dieron los cuartos para vivir con mi compañera que por cierto cruzábamos el mismo año en el mismo salón, pero ya había pasado tres semanas y no la había visto hasta ese tiempo, hable con ella un par de veces y no sabía mucho de ella solo que era la hija mayor y que estaba en el mejor ponderado del colegio. Aquella noche llegue a altas horas de la noche a la residencia de estudiantes, me había  quedado hasta tarde con unas amigas y cuando llegue a dormir eran más de las tres de la madrugada.
Entre en la habitación tratando de no hacer ruido para no despertar a mi compañera de cuarto, tampoco encendí la luz para no molestarla por lo que tuve  que avanzar a oscuras empleando solo la luz de mi teléfono móvil para no golpearme con los muebles. Cuando entre en la cama empecé a oír unos quejidos ahogados, me quede en silencio para escuchar mejor. El sonido era como quejidos sin fuerza, imagine que mi compañera había traído a su novio al cuarto y estaban teniendo una noche apasionada. Pero yo estaba demasiado cansada para levantarme y buscar otro sitio donde dormir; sin darme cuenta caí en un profundo sueño entre lamentos y quejidos.
A la mañana siguiente aun medio dormida siento un líquido que empapa la manta y pegue un salto tras comprobar que era sangre y sobre mi colcha la cabeza cortada de mi amiga con un pañuelo en la boca que sirvió de mordaza la noche pasada.

La habitación parece un matadero, todo está ensangrentado y en la pared escrito con la sangre de mi  amiga se podía leer: Suerte que no fuiste tú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario